Universos que se reflejan en la eternidad del Cosmos
Sentir como el fuego del espíritu crece hasta envolverme en un aura cálida que abraza mi ser y mi existencia. Comprender lo que hay tras los ojos palpitantes de aquella iguana que predica bajo un rayo de sol honrando a sus antepasados jurásicos. Poder sentir el agua y su vibración creada por las ondas de los renacuajos y futuros peces, deleitarse con la serenidad, firmeza y gracia de los patos que van coqueteando con su entorno dejando brillar sus resplandecientes y majestosas plumas. Es allí cuando mi alma, cual flor de loto sobre la laguna verde que contiene el reflejo del cielo, se compenetra con el tronco de un árbol adulto que alberga la vida que colorea y sonoriza el lugar. La Tierra. Mi casa Madre ansía con amor nuestra llegada; me regocijo en su útero sacro y palpitante donde alberga el gran misterio y donde encuentro el bienestar que mi ser necesita. Contemplo con palabras y silencios la magia y belleza natural que me envuelve. Tan solo este momento se puede convertir en